Mientras escribía mi última entrada en Violencia y Control no dejaba de pensar en la vida miserable de aquellos que creen que que tras un pene gigante, de aquí a Arica de largo, existe una jugosa y suculenta vulva esperándolos. Más de algún observador agudo dirá que les gusta sobarla, mamarla y que se la comen con crema nestlé... mmm allá ellos.
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